El legendario ex Beatle reveló su emoción de presentarse por primera vez en el Perú. Tocará una mezcla de grandes éxitos, canciones de amor y rock and roll.
– Hello, is that Rafael?
– Yes?…
– Hello, it’s Paul here…
– Hi, Paul! Thank you very much for this opportunity. We are very excited to talk with you… – Yeah, great!
Así se inicio la charla telefónica. Un breve intercambio de cortesías como antesala de una conversación que definitivamente marca un hito en tu vida. Un antes y un después. Líneas fundamentales de tu anecdotario personal. Claro, ¡no todos los días tienes a uno de los Beatles al otro lado del auricular! Paul McCartney ensayaba en Nueva York (de fondo, se escuchaban algunos sonidos inconexos: guitarras en afinación). Dentro de nosotros, otro sonido se abría paso: el tambor de un corazón que amenazaba con salirse del pecho. Pese a ello, logramos balbucear una frase que se pareció a una pregunta sobre su primera vez en el Perú.
“Estoy muy emocionado, pues iré a un lugar donde no he estado. Además, me encanta el público sudamericano; ustedes aman la música. Así que estoy muy feliz de tocar en Lima, un lugar hermoso. Y la banda también está muy feliz; si escuchas unos ruidos al fondo, son ellos ensayando para el show”, explica Paul, mientras vamos recobrando equilibrio.
¿Qué veremos en el show?, ¿cuántas canciones vamos a escuchar?
Nunca me ha gustado revelar qué es lo que va a pasar en cada concierto, porque en estos días de Internet y You Tube, al minuto que revelas el ‘setlist’, todos se enteran y ello elimina las sorpresas. Pero, básicamente, tocamos muchos hits, temas no tan conocidos, algunas canciones acústicas, rock and roll, canciones de amor… Es una mezcla que termina luego siendo una fiesta.
De cualquier modo, ¿cómo eliges las canciones para tus conciertos?, tomando en cuenta la abundancia de material; a saber, los Beatles, Wings, tu carrera como solista…
Tengo un método. Antes de la gira, tomo asiento y pienso en los temas que necesito escuchar si yo fuera el público. Después están las canciones obvias, las que todos quieren oír. Y a veces volvemos al material que no hemos tocado en mucho tiempo. Al final, tenemos una gran lista con las canciones que disfrutamos y que nos salieron bien en los ensayos. Así es cómo diseñamos el ‘setlist’.
Yo tenía solo 5 años cuando compré mi primer disco. Era un 45 rpm: “Band on the Run”, una canción muy especial para mí. ¿Qué recuerdos tienes de este gran tema?
Recuerdo que quería empezarlo con un ritmo, luego ponerle otro ritmo diferente y que nos llevara después a otro ‘lugar’. Eso es lo que quería hacer con “Band on the Run”: iniciarla de una manera y desarrollarla como una pequeña película. El comienzo es con el hombre que canta en una celda de la cárcel; entonces viene ese riff [lo tararea], que es más funky, y luego la fuga, que desemboca en un cambio de cadencia y en lo que es el cuerpo central de la canción. La pasé muy bien componiéndola, aunque por ese entonces había mucha gente escribiendo canciones sobre ‘desesperados’ [en referencia a “Desperado”, de The Eagles], tal como en estos días hay tipos que hacen hip hop con historias sobre gánsteres. “Band on the Run” fue como una película sobre una fuga de prisión; yo solo quise contar una historia, la grabamos según lo planeado y funcionó.
Paul, realmente me gustan mucho tus dos últimos discos, “Chaos and Creation in the Backyard” y “Memory Almost Full”. Son muy agradables, frescos, íntimos. ¿Qué nos puedes contar de esos trabajos?
Siempre es bueno entrar en el estudio. Para el “Chaos and Creation…”, fui con Nigel Godrich, a quien admiro como productor. Y creo que fue un disco interesante, porque fue el resultado de una manera distinta de cómo suelo trabajar. Le permití a Nigel que tuviera poder de decisión. Si yo tenía una idea y le preguntaba: “¿Te gusta esto?”, y él decía: “No”, pues no había problema, yo le decía: “Busquemos otra cosa”. Él es un gran ingeniero, además de productor, busca buenos sonidos y creo que logramos grandes cosas. Para el “Memory Almost Full”, llamé a David Kahne y mi banda tuvo mayor participación que en “Chaos and Creation…”, que fue más algo mío, solo. Cambiamos un poco el sonido, pues yo pienso que puedo hacer un mejor disco que el anterior. Es una meta que siempre tengo.
¿Algún nuevo disco a la vista?
De hecho, sí. He escrito un buen número de canciones y ahora estoy tratando de ver la mejor manera de grabarlo, si voy a hacerlo con la banda o si me voy a encargar yo mismo de todos los instrumentos. Hay muchas canciones y creo que las voy a juntar en el estudio, tal vez más adelante este año.
Además de tu enorme habilidad como compositor e intérprete, realmente me gusta mucho tu manera de tocar el bajo. ¿Es tu instrumento predilecto? ¿Qué otros bajistas consideras notables?
Me gusta mucho el bajo. Pero también el piano y la guitarra. Yo comencé con la guitarra. Creo que tengo mucha suerte porque no toco solo un instrumento. En los conciertos toco el bajo, luego voy hacia el piano para así crear un poco más de interés y proponer algo distinto. Y puedo tocar la guitarra, incluso la acústica. Y de ahí puedo regresar al bajo o al piano. Con respecto a otros bajistas, me encanta James Jamerson, de la Motown… Él me inspiró mucho; realmente amo lo que hacía.
¿Qué nuevos artistas escuchas y a cuáles de ellos consideras geniales, o al menos interesantes?
Hay mucha gente que me parece interesante. Me gusta Eminem, es bastante bueno; Mumford & Sons, una gran banda; creo que hay nueva magia alrededor… También me gusta ir a los conciertos. Recientemente fui a ver a Lady Gaga; es buena, tiene un gran show… claro, no es mi tipo de espectáculo pero creo que ella es muy talentosa.
La nueva Madonna…
Sí. Eso creo. O la nueva Maradona (risas). Bueno, debo regresar a ensayar. ¿No hay problema?
Todo bien, muchas gracias por tu tiempo. Estamos muy ansiosos por verte en Lima por primera vez…
Ya nos veremos cuando llegue. ¡Y envíale muchos saludos a toda la gente en Lima!
Tras colgar el teléfono, la adrenalina continuó prendida durante varios minutos más. Tengo la vaga sensación de que anduve dando unos pasos sin dirección. Una sucesión de retazos de conversación atravesó mi cerebro. Más tranquilo, me percaté de la sencillez de una celebridad que tenía todas las justificaciones del caso para hablar con indiferencia o desdén. No fue así. Lo que mostró Paul McCartney fueron dos pies bien puestos sobre la tierra y la simpleza de un grande de verdad.
Este redactor, abrumado por lo sucedido, solo atinó a preguntarse, en silencio: ¿Esto realmente ocurrió?
Fuente: El Comercio