El boricua llevó al musical extasis a más de 10,000 personas, quienes se congregaron en la explanada del estadio Monumental.
Tuvieron que pasar más de 14 años para que Lima lo pudiera volver a ver, pero Enrique Martín Morales no defraudó. Ricky Martin llegó renovado. Más maduro, más experimentado, más sexy, más sensual, con más alma, con más música y con más sexo, como reza el nombre de su última gira, precisamente “MAS”.
“Será, será” cantó para empezar, tema que la mayoría no conocía, pero no importaba, su sola presencia desató la locura de las fans enamoradas, de las más de 10,000 personas que llegaron a verlo, de los mártires novios que se sacrificaron en pos del amor. La explanada del Monumental empezó a vibrar en la que sería la noche de la inclusión y del erotismo, como el prometió, una noche sin género y sin reglas.
“Buenas noches Lima. No entiendo por qué han pasado tantos años sin ver esta tierra linda. Juro que lo voy a dar todo esta noche”, dijo el buen Ricky, sudoroso ya y mostrando sus músculos de campeonato en un polo abierto con las mangas transparentes. La multitud aún estaba fría. Era hora de sacar la carga pesada.
“Vuelve” le cantó al oído. Lima se emocionó, sacó el Kleenex, el pañuelo. Luego el rey de la noche decidió cambiar de rumbo y darle una estocada directo al sandunguero corazón. “Livin’ la Vida Loca”, entonó y empezó a bailar como solo él sabe hacerlo: moviendo la pelvis en frenético bamboleo, meneándose, saltando, derrochando sabor boricua.
“María”, siguió luego. Ricky se desató, mientras le bailaba a una sensual fémina. Luego se sentó en un peruanísimo cajón de color verde al que le arrancó algunas melodías. “Tu Recuerdo” vino después en otro cambio de ritmo. La hinchada estaba ya extasiada. Sin embargo aún no llegaba el clímax de este encuentro caliente.
EL CLIMAX
“Me gustaría viajar en el tiempo. Me encantaría que canten conmigo estas canciones que son importantísimas para mí”, dijo el hombre hecho ídolo. “Amor de mi vida”, le dijo, “Fuego contra fuego”, le declaró, “Te extraño, te olvido, te amo”, le confesó. Lima estaba extasiada, los gritos retumbaban los oídos, Martin había inoculado una letal dosis de romanticismo en los presentes, quienes se bamboleaban al son de la cursilería.
Luego se fue, pero ya volvería. Siete pantallas ubicadas detrás del escenario se encendieron. Una orgía de luces, imágenes y sonidos acribilló los sentidos de los presentes. Luego apareció nuevamente, con otro look, con otra ropa, con otro estilo. Ricky soltó “la Bomba”. La gente bailó, pero el cantante quería más. “Creo que es tiempo de reivindicarsey ahora sí hacer una fiesta”, la retó y empezó con “Por Arriba, Por Abajo”, canción con la que obligó al mundo a moverse, con la que doblegó hasta a los más tiesos. Cual títeres, el público se movía al son de las órdenes del puertorriqueño. Es que puede que no tenga la mejor voz, pero es sin dudas un showman.
La multitud ya estaba caliente, era hora de rematarla. “El juego de la vida” hizo que los asistentes sucumbieran a los pies de su ídolo, aquel valiente que hace más de un año hizo pública su homosexualidad y ahora ya no tiene más miedo de mostrarse como es. Es que tal vez Ricky Martin hoy es más auténtico que nunca.
Luego se fue, pero (como todos lo hacen) volvió para una última canción: “Lo mejor de mi vida eres tú”. Ricky se envolvió en una bandera peruana y nos prometió “Yo vuelvo pronto”. Le tomamos la palabra.
Así culminó la presentación del divo. Un idilio corto, pero eficaz. En hora y media Ricky se cambió más de 6 veces la ropa, cantó más de 10 canciones, movió a más de 10,000 personas. Es que no hay duda, el boricua está más vivo y caliente que nunca.
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Fuente: El Comercio