El actor sabe que es orejón, flaco y pelado, pero eso le ayuda en su trabajo porque “me dedico a la comedia”.
“Mi personaje (Ricardo III), en “Yo no me llamo Natacha 2”, me permite trabajar mucho con el humor. Y eso es rico, aunque sea un malvado”, así se refiere el actor Christian Ysla al “natacho” que encarna en la miniserie que protagoniza Maricarmen Marín, y en la cual él ha terminado robándose el show con su excéntrica interpretación.
¿Qué tiene “Ricardo III” de ti?
Al igual que yo, “Ricardo III” es malhumorado, no tiene mucha paciencia, puede ser ridículo -en el sentido de que se vea tonto-, y a mí no me molesta proyectar esa imagen.
¿El personaje tiene un lado femenino?
Se me escapa (risas). Es un afectado, por sus características mismas, es muy eticoso, histérico. Tiene que ver con lo femenino, pero se muere por “Cocoa” (Kareen Spano).
¿Cómo te definirías?
Soy una persona que me dedico a la comedia. El humor tiene que ver mucho conmigo, y mi apariencia física ayuda, porque soy flaco, orejón y pelado.
¿Te fastidiaban por tu contextura?
Hay que tener bastante “correa”, y aceptarse cómo uno es. No me pongo a pensar si soy guapo, pero sé que mi físico me da de comer, y por eso estoy agradecido. Además, tengo mi jale.
¿Siempre quisiste hacer comedia?
No fui a buscar la comedia, pero la vida me fue llevando a eso. Ahora sé que disfruto mucho más la comedia, aunque también hice dramaturgia en el teatro.
No has hecho mucha televisión, ¿prefieres el teatro?
Lo último que hice en televisión fue “Yurú”. Creo que Michelle (Alexander, la productora) me llama cada cinco años (risas). Así se han dado las cosas, pero no es que prefiera un solo género. Creo que tanto el cine, el teatro, como la televisión, tienen su encanto especial.
La carrera de actor es dura, ¿has pasado apuros?
Claro. Vivía en una azotea, compartía baño, comía frijoles todos los días, y manejaba bicicleta porque no me alcanzaba para los pasajes, pero era feliz haciendo lo que me gusta.
¿Pensaste en dejar la actuación?
Yo pensaba que haciendo teatro me iba morir de hambre, por eso me puse a estudiar hotelería, pero en los estudios era malísimo. En cambio, en el teatro, todo fluía y me sentía bien. Finalmente, me dediqué a hacer lo único que podía y sabía hacer: actuar.
¿Cuál es tu mayor satisfacción actuando?
Nunca he pensando si he llegado a la cúspide de la interpretación de algo, solo me divierto con los personajes y soy muy exigente con mi trabajo, siempre pienso que pude hacerlo mejor.
Leí que a los 40 años te veías como padre ya estás en 39.
He querido disfrutar de muchas cosas antes de tener un hijo, y ahora siento que tengo la madurez suficiente. Ojalá, a los 40, se dé. Personalmente, atravieso un buen momento. Soy feliz.
Fuente: Diario Trome