El cantautor brasileño se reencontró con sus fanáticos en el Jockey Club y, en una muestra de cariño, unió la bandera de Brasil con la del Perú
Más allá del romanticismo, más allá del sentimentalismo, de los gustos musicales, del entusiasmo por lo lacrimógeno, más allá de todo eso, una cosa se confirmó anoche en el Jockey Club del Perú: Roberto Carlos sigue siendo el Rey de la Música Latina.
Las luces del escenario se iluminan, los reflectores parecen batirse a duelo anunciando que el cantautor brasileño está por salir, casi una hora después de lo programado (9:45 p.m.) el momento esperado llegó. Enfundado en un pulcrísimo traje blanco y acompañado de una espectacular banda de más de una veintena de músicos (entre violinistas, trompetistas, percusionistas, guitarristas, etc.), Roberto Carlos inicia su recorrido musical interpretando un “remix” de sus clásicos temas.
“¡Buenas noches Perú!. Qué placer estar aquí, siempre es grato venir a este lugar donde soy recibido con un calor y amor especial. Gracias por estas cosas lindas que me dan. Desde hace mucho tiempo cada vez que vengo necesito saber”, dice, y tras un breve silencio, empalma su discurso con las letras de su magistral tema “Qué será de ti”.
El romanticismo se siente en el aire. La piel se escarapela, el corazón late fuerte. Los cerca de 15 mil asistentes corean uno a uno los temas del consagrado artista latino, que pese a los años transcurridos ha sabido conservar esa envidiable voz suave, melancólica y romántica que lo hace especial. Ahora es el turno de “Detalles”, canción con la que Roberto Carlos le rinde tributo a su primera esposa.
Con más de 51 años de carrera, varios éxitos musicales y premios internacionales, Roberto continúa su periplo musical con “Desahogo”. Luego llegó el clásico “Lady Laura”, aquel tema que hizo en homenaje a su desaparecida madre. Aquel tema que en su presentación de 2011 en Perú lo quebró y lo llevó al llanto.
El público enloquece, aplaude, pide más. La noche recién empieza en el Jockey Club. Llega “Mujer pequeña”, “Yo te propongo”, “Cama y mesa”, “Cóncavo y convexo”. Prosigue luego con “El gato que está triste y azul”.
“Esta canción me dio muchas alegría, en el mundo latino ha sido un éxito bastante grande, aunque nunca la grabé en portugués, y la versión en español no la consigo entender porque nunca he visto un gato azul”, bromeó.
Ahora es el turno de “El día que me quieras”, “Tú eres mi hermano del alma” y el clásico “Jesucristo”. El público agradece con sus aplausos tanto talento. Roberto entonces, saca un ramo de rosas y una a una las va regalando entre el público, para luego unir las banderas de Perú y Brasil.
Llega entonces, “Amada amante”. El final estaba cerca. Las luces se apagaron anunciando que el astro brasileño debía irse, se apagaron anunciando que había llegado la hora de despertar del mágico sueño al que Roberto Carlos nos había transportado con su dulce voz. Se fue, pero minutos después regresó en medio de una ovación generalizada para interpretar “Un millón de amigos”. “Gracias Perú”, pronuncia como despedida. “Gracias Roberto”, le decimos nosotros. Ojalá vuelvas pronto.
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Fuente: El Comercio
