La popular “Teresita” nos abre su corazón y deja que fluyan sus sentimientos.
Para conocer a un ser humano hay que investigarlo, hacer antropología de su ser y navegar por su interior. Descubrir sus angustias y alegrías, sus triunfos y caídas. Dos horas al lado de Magdyel Ugaz sirven para descubrirla, más allá de la “Teresita” que nos alegra en “Al fondo hay sitio” y nos pone más nerviosos que en “Minuto para ganar”. Su alma es muchísima más preciosa que ella, sensible y tierna…
¿Se mira a un hombre casado?
Se mira, pero no se toca. Si es guapo, lo reconoces sin acercamientos o algo parecido.
O sea, ¿nunca le “irías” a un comprometido?
Jamás. No tengo por qué meterme en su ruta o tratar de sacarlo de allí.
Y como pareja, ¿eres jodida?
Para nada, creo que eso debo cambiar. Por ejemplo, si alguna chica se insinúa a mi pareja, yo espero que él la ponga en su lugar. No soy de las que marcan el territorio. Y por ello me han reclamado…
¿Quién?
El que era mi enamorado, me decía: “No te pones celosa, no te metes…”. Y le respondía: “Tú debes tener la personalidad de ponerla en su sitio y no esperar a que yo me meta”.
¿Cómo eres de enamorada?
Soy muy amiga. Bromeo demasiado, pongo apodos, fastidio y muchos no creen que con quien estoy haciendo eso es mi pareja.
¿Y cuando terminas?
Sigo teniendo buena relación. Mi primer gran amor fue un chico que hoy está casado y es como mi hermano. Su esposa me llama para que los visite y soy madrina de su hijo.
¿Te comunicas con tu ex, Luis Felipe Capamadjian?
No. Pero si lo veo, seguro que me acerco a saludarlo.
Cuando viste llorando a Moisés Vega, tu otro ex, por televisión, ¿no tuviste ganas de llamarlo para retomar la relación?
No, porque cada uno ya había tomado su ruta.
Pero a cualquiera le toca el corazón…
Sí, pero para eso uno lucha hasta que se apague la última posibilidad.
¿Alguna vez te has imaginado como hombre?
Sería divertido, alegre.
¿Te das tu vuelta por Comas?
Claro, es mi barrio. Allí aprendí a cocinar, gané mis primeros aplausos con la gente, porque le hacía la propaganda a una señora que vendía refrescos y sanguchitos en el mercado. Ella era “charapa”, la imitaba y venían los clientes, me pagaba con sus productos.
Entonces, has comido en mercadito…
Claro. En el más famoso de Comas, llamado “Chacra cerro”. He comido chanfainita con tallarín y papa a la huancaína, y si hay cebiche, también le meto. Es que soy de abajo.
¿Has pasado hambre?
Antes, cuando comía tallarín, no sabía que también se le podía poner queso parmesano. Cuando salí del barrio a trabajar, iba con los compañeros a almorzar. Yo pedía que me den cebiche, pero con camote y no con papa. Se reían, porque el plato no lleva papa, ja, ja, ja.
Siempre cuidaste tu intimidad, pero saliste en televisión con tu dos últimas parejas. ¿Te lo exigía el canal?
Jamás lo haría porque me esté presionando la empresa donde trabajo. Lo hice para que no se especulen cosas.
¿Sigues asistiendo al templo evangélico?
La verdad que no, pero me manejo con los principios bíblicos. Antes de almorzar, esté con quién esté, rezo agradeciendo a Dios por los alimentos.
¿Te sientes bonita?
Me siento bien, aún falta reconciliarme conmigo mismo, pero estoy tranquila.
Tanta fama, ¿alguna vez te has botado?
Imposible, aunque he pasado etapas de angustia. Al darme cuenta que todo llegaba con fuerza, opté por encerrarme en mi cuarto y no querer salir a ninguna parte. Jamás me voy a desubicar, si mi mamá fue cobradora de combi, lavaba ropa y yo viví todo eso.
¿Qué es lo más complicado que viviste?
Cuando estaba deprimida, me miraba al espejo y decía: “No te quiero, Magdyel”.
Gracias por estos instantes impagables y enriquecedores…
A ustedes, por esta charla. Y no me olvido de mandar un gran saludo a los lectores de Trome.
Fuente: Diario Trome