Después del gran éxito de la multipremiada “Titanic”, la carrera del artista parecía estancarse. Sin embargo, un director supo sacar lo mejor de él: el genial Martin Scorsese.
Los padres de Leonardo DiCaprio son dos: James Cameron y Martin Scorsese. El primero lo descubrió. El segundo lo moldeó. El primero hizo de él una figura. El segundo hizo que la figura se transformara en un actor de carne y hueso.
En 1997, se estrena “Titanic”. Se convierte, con el correr de los días, en un fenómeno de taquilla. Al tiempo se transforma en la película más taquillera de la historia (12 años después, “Avatar”, también de Cameron, le ganaría). Y se comienza a crear una gran expectativa por conocer qué es lo que vendría para su joven estrella, quien había sido nominado al Óscar en 1994 por su interpretación en “¿A quién ama Gilbert Grape?”. DiCaprio buscaba ser el rey del mundo.
Pero tanto “El hombre de la máscara de hierro” como “La playa” fueron fracasos, no tanto monetarios (sobre todo el primero) como artísticos. Lo peor de todo: se estaba cuestionando la capacidad de DiCaprio para actuar. En ambos roles, parecía estar en piloto automático. Algo se tenía que hacer. El rey del mundo estaba en decadencia.
Pero hay alguien que se llama Martin Scorsese. Aquel que supo hacer “Toro salvaje” y “Taxi Driver”. Y que vio en DiCaprio a un actor capaz de otorgarle lo mejor. “Pandillas de Nueva York” fue el comienzo. Es sabido que el rodaje (realizado en Roma) fue complicado debido a las enormes juergas del actor. Scorsese un día se hartó y le llamó fuertemente la atención. A partir de ahí algo cambió.
EL HOMBRE TENSO
Y es que el director transformó a DiCaprio en un típico personaje scorsesiano: siempre al límite, siempre transmitiendo una tensión constante, siempre con el corazón en la mano. Los personajes de Scorsese son seres extremos, que respiran tensión. La tienen en las venas. Y en “Pandillas de Nueva York”, “El aviador” ; pero sobre todo en “Los infiltrados”, vemos a un actor con la capacidad de transmitir esa tensión con todo su cuerpo: sus miradas, sus gestos, su forma de caminar, de sentarse. El malestar está en cada uno de sus gestos.
Aunque claro, siempre hay momentos en los cuales uno se puede relajar. Ahí está Steven Spielberg con su notable “Atrápame si puedes”, una película en la que el actor hacía de un ladrón que conquistaba a mujeres, mientras se burlaba lúdicamente de un policía que lo perseguía. El lado “sex symbol” del actor llevado con gracia, con inteligencia, con carisma. En esa película, DiCaprio se siente una estrella, y Spielberg le saca lo mejor.
Con un enorme compromiso por la causa ambiental, A DiCaprio lo tenemos ahora en “El Origen”. Y como que se siente que los buenos rasgos que supo crear en él Scorsese se están convirtiendo ya en una fórmula mecánica. Esperamos equivocarnos: Leonardo DiCaprio tiene todavía mucho por dar .
FILMOGRAFÍA
1993 “¿A quién ama Gilbert Grape?” de Lasse Hallstrom
1995 “Rápida y mortal” de Sam Raimi
1995 “Eclipse total” de Agnieszka Hollandor
1996 “Romeo + Julieta” de Baz Luhrmann
1997 “Titanic” de James Cameron
1998 “Celebrity” de Woody Allen
2002 “Atrápame si puedes” de Steven Spielberg
2002 “Pandillas de Nueva York” de Martin Scorsese
2006 “Los Infiltrados” de Martin Scorsese.