Nadie niega que Jorge Glenni, asesino de Marco Antonio Gallego, sea un personaje tristemente célebre, pero mediático e interesante periodísticamente.
Ningún comunicador lo hubiera pensado dos veces, si es que se le hubiera presentado la oportunidad de tenerlo al frente para preguntarle descarnadamente por qué cometió uno de los más horrendos crímenes de los últimos tiempos.
Por eso, si Carlos Cacho hubiera afirmado sin empacho que su afán de entrevistarlo iba por el asunto del impacto noticioso, el afán del rating y su debut televisivo, quizá muchos de los que lo critican hubieran sido menos duros con él. Pero él, autoproclamado “el mejor amigo de Marco Antonio Gallego”, quiso justificar su teatral entrevista con las excusas de “me debía una explicación”, “yo lo conocía y a mí no me podría mentir” y hasta “Marco desde arriba me autoriza”. Pamplinas, de por medio estaba el afán de tener un peso pesado en su reentre y nada más. Si quería las explicaciones del asesino de su mejor amigo lo hubiera visitado en la cárcel sin más testigo que su corazón y la honestidad de su súplica. Pero prefirió la cámara y el impacto mediático.
Y al parecer al público no le agradó que Cacho dejara su habitual desenfado para convertirse en llorón a destiempo y un amigo desleal. A las siete de la noche del lunes se llevó el rating la audiencia “Habacilar” con 18,4; le siguió “Función estelar” con 10,0; “Victorinos” 7,4 y en cuarto lugar acabó “Mil disculpas” con 5,9. Un debut nada auspicioso.