Como en las grandes capitales de la moda, este año la feria Perú Moda se convirtió en una vitrina para mostrar el diseño peruano.
Perú Moda es a la industria textil y de confecciones lo que Lima Fashion Week (LIF Week) es al diseño de modas. Esa es la marcada diferencia que recogemos luego de echar un vistazo a ambos espacios que, casi en el mismo escenario, pero no en paralelo (el Centro de Exposiciones Jockey fue el lugar elegido, pero los horarios variaron del día a la noche), marcaron el protagonismo de la moda peruana durante los últimos cuatro días.
Dos vitrinas diferentes, pero que en esta edición han tenido un detalle en común: la exclusividad en el ingreso. Por un lado (y como todos los años), la feria de exhibición acogió a un público nacional e internacional especializado, con un interés marcado en establecer relaciones comerciales con los protagonistas de la oferta exportable en la industria textil, joyería, calzado y accesorios y ‘full package’ peruanos. Eso está bien, dado el objetivo de esta feria internacional. El consumidor local de moda no va a encontrar en este escenario lo que suele buscar, a pesar de que este año tuvo la opción de echar un vistazo y comprar entradas a 156 soles para los tres días.
En el caso de LIF Week pasó algo similar. Cerrada la exhibición, la atención pasó a concentrarse en la zona de desfiles (a un costado a la feria). Pero no todos pudieron asistir. El ingreso a cada una de las pasarelas (fueron dos salones que intercalaban tres desfiles diarios) fue únicamente por invitación, y aunque no era necesario tener entrada al Perú Moda para asistir, la reserva para este tipo de presentaciones debió haber dejado fuera a muchos interesados en saber cómo anda la moda en el Perú en términos de tendencia, materiales, creatividad y hasta modelos.
En cuanto al montaje, este fue impecable (claro que no podía ser menos después de 13 ediciones). En propuestas de diseño, vendría bien ir más allá del ‘prêt-à-porter’ y rozar lo espectacular, pero respondiendo a un concepto, como fue a inicios de la década en que las historias sobre las pasarelas peruanas cautivaban. Un ‘fashion week’ requiere una dosis de esto y de aquello.
OJO A LA JOYA
Gonzalo Palma debutó en Perú Moda después de 13 años dedicado al diseño de joyas. El confeso apasionado de la arquitectura y la historia del diseño mostró una propuesta que busca romper con la joyería peruana tradicional. Empleando la plata en técnicas mixtas, el diseñador se ha propuesto sacarle la vuelta a la crecida de los precios de los metales creando piezas ligeras a pesar de su volumen y asociadas a líneas orgánicas. Y es que para él: “El diseño no es gratuito, tiene un porqué (…) mis piezas aportan sorpresas, que es lo que le falta a este mundo”.
Fuente: El Comercio