Tilsa Lozano debe echar de menos aquellos días en los que pasaba desapercibida para la prensa y para sus admiradores. A la ‘Conejita’ le encantaba la vida a orillas de la playa, vivir el día a día y entonar ‘Get up, stand up’ de Bob Marley, mientras fumaba esos cigarritos que dan risa y ponen los ojos chinitos.
Así lo demuestran las fotos de 8 años atrás, cuando vivía un romance con Giancarlo Ferrari, ‘Chango’, exnovio con el que vivió en el balneario de Máncora, y con quien se dedicaba al negocio del piercing (arte de perforar partes del cuerpo humano para colocar aretes o pendientes).
Tilsa veinteañera. Aquellas tomas del 2004, en las cálidas arenas de las playas norteñas ya dejaban notar la curvilínea figura de la Lozano, aunque por ese entonces no tenía las chichis que hoy luce ni ese cucú que deja salivando a quienes la siguen cada vez que hay desfiles de moda.
La ‘Conejita’ vivía en aquellas humildes casitas de maderas habitadas por los artesanos que deambulan en Vichayito y en las afueras de los barcitos de Máncora.
Se conocieron en disco. Según allegados a ‘Chango’, Tilsa y su expareja se conocieron en el Nuvo Lounge, un pub en el que el Giancarlo debutaba como DJ, o pinchadiscos, y la futura Miss Reef atendía en la barra.
Cachueleaba. Tilsa trabajaba en esta discoteca de San Isidro para poder costear sus estudios de turismo, y en el modelaje. Sin embargo, se dio un tiempo para alejarse de la ciudad e irse junto a ‘Chango’ a pasar varios meses en las playas norteñas.
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Fuente: Diario Aja