El tenor español batió su propia marca. “Con lo que ha pasado (prohibición de las corridas de toros en Cataluña), es el día que había que hacerlo”, afirmó, luego de sacarse la capa y emular a un torero.
Plácido Domingo se va de Madrid con el placer de haber pulverizado en cada una de sus interpretaciones de “Simon Boccanegra” como barítono los récords de ovaciones propios y del Teatro Real, donde esta noche ha logrado una emocionante e inédita media hora de aplausos que él ha agradecido poniéndose “torero”.
Cuando ya llevaba 28 minutos apareciendo y desapareciendo con el telón subido, con el telón bajado, solo y en compañía de sus espléndidos compañeros -Inva Mula, Ferruccio Furlanetto y Marcello Giordani- se ha quitado la capa roja de terciopelo que caracteriza a su personaje y ha pegado unos pases ante el delirio del respetable.
“¡Torero!, ¡torero!”, han gritado entusiasmados entonces los espectadores, y él ha repetido “la faena” en medio de “¡oles!” enfervorizados.
“Lo he hecho porque con lo que ha pasado es el día que había que hacerlo”, ha explicado el artista al término de la función en referencia a la decisión de Cataluña de prohibir los toros.
El cantante, que ya había anunciado que sus dos anteriores actuaciones en esta ópera eran solo “ensayos generales” de lo que sería esta noche, se sentía “transportado” de felicidad ante el cariño del público e “increíblemente emocionado” por vivir esta experiencia en Madrid.
Se ha arrodillado para coger las decenas de flores que le han arrojado y que él ha devuelto o ha repartido; ha besado el suelo del escenario y se ha llevado la mano al corazón para “dedicárselo” al Madrid que él tanto quiere y tanto le quiere y en el que lleva cantando 40 años de los 69 que tiene.
BATIÓ SU PROPIO RÉCORD
Castizo como pocos y orgullosísimo de “todo lo español”, la primera noche, la del pasado día 22, logró batir su récord y el del Real con los 16 minutos de aplausos con los que el público le agradeció su reaparición tras la operación de cáncer de colon a la que se sometió en marzo y su generosa entrega en su debut en España como barítono.
El pasado sábado, con la Reina como espectadora y con su interpretación transmitida en directo a través de una pantalla gigante instalada en la plaza de Oriente, la ovación duró 25 minutos, con chotis de propina incluido.
Esta noche, la de su despedida, han sido 30 minutos y medio los que un público que le aclamaba devoto ha estado puesto en pie, aplaudiéndole desde que ha caído el telón y se ha oído un sonoro “perfecto”, al que han seguido una riada de “bravos”, “artista”, “genio” y toda clase de “oh!” de deleite.
Él, espléndido como lo ha sido cada noche y emocionado hasta las lágrimas, ha querido compartir con su “cuadrilla” de lujo los aplausos, con la orquesta y con el coro y, especialmente, con el director musical, Jesús López Cobos, ovacionado nada más aparecer en el segundo acto. El maestro dirigirá mañana la última representación de “Simon Boccanegra”, ya con el otro elenco, y con ella se despedirá del Real.