No pocos recuerdan aquel 18 de junio de 1985 cuando, con gran expectativa, se estrenaba en distintas salas de nuestra capital la esperada película de Francisco Lombardi, La ciudad y los perros, en la que se llevaba al cine una de las más geniales novelas de nuestro escritor Mario Vargas Llosa. Este sería solo una señal de la predilección del cineasta por tratar los aspectos más extravagantes y crudos de nuestra variopinta sociedad.
Al mismo tiempo que termina de proyectarse “Ella” (nuevo filme de Pancho) en nuestras carteleras, es que hacemos un nostálgico y breve homenaje a las mejores y más éxitosas cintas (nominadas y premiadas en festivales del mundo) de uno de los más representativos directores de nuestro cine. Vamos al flashback:
1. Pantaleón y las visitadoras (1999): Este éxito de taquilla nacional es un claro ejemplo de la inclinación de Lombardi por nuestra literatura (adaptación de la picante obra de MVLL). ¿Quién olvidaría el momento en que aquel bombón llamado Angie Cepeda (a sus 25 años) se quita la ropa en frente del capitán Pantaleón Pantoja? Salvador del Solar, en uno de sus más memorables papeles, es delegado a articular un servicio de prostitutas que “apacigüen” a las tropas del ejército de la Amazonía, pero no logra contenerse ante los encantos de su mejor ‘visitadora’. “No tiene nada de malo que usted haga un control de calidad, Don Panta”, argumentó la ‘Colombiana’. No, pues, con ella no había cómo negarse.
2. Tinta roja (2000): Otro gol de ‘Pancho’ (inspirado en una obra del escritor chileno Alberto Fuguet), que refleja la cruda realidad callejera de Lima. Con un extraordinario humor negro, Giovanni Ciccia encarna a Alfonso, un practicante de periodismo que quiere ser escritor. Gianfranco Brero es Faúndez, su despiadado jefe de policiales del diario sensacionalista “El Clamor”. El viejo zorro bautiza como ‘Varguitas’ a Alfonso (por su admiración hacia MVLL) y lo pone ‘en una’ frente la muerte, los asesinatos y la violencia de la urbe, no sin antes desbaratar sus sueños con una frase rotunda: “el periodismo, como la prostitución, se aprende en la calle, Varguitas”. Gran película, vale verla otra vez.
3. La ciudad y los perros (1985): Ya con un cuarto de siglo de ser grabada, el sólo escuchar el título de este clásico drama nos trae al recuerdo al díscolo ‘Jaguar’ (el inmortal papel de Juan Manuel Ochoa), al ‘Poeta’, del casi desaparecido Pablo Serra y al ‘Esclavo’, el incipiente Eduardo Adrianzén. Queridos íconos de antaño que mostraron la cruda realidad de los ‘perros’ (cadetes) en el Colegio Militar Leoncio Prado, y que le valieron a ‘Pancho’ ser premiado en San Sebastián como el mejor director. Imposible no citar la memorable frase del teniente Gamboa (genial acto de Gustavo Bueno): “Qué mira cadete, ¿quiere que le regale una fotografía mía calato?”. Contundente.
4. No se lo digas a nadie (1998): No contento con escandalizar a la gentita de la ‘jet set’, Bayly también escribió un guión para la versión fílmica de su polémico libro. El estreno de la película fue un verdadero escándalo al mostrar desnudos a actores como Santiago Magill, Christian Meier y Giovanni Ciccia a los besos y caricias, cuando nos tenían acostumbrados a usuales papeles de galán ‘hetero’. Magill era Joaquín, un joven gay que por presión social se enrola con la guapísima actriz ibérica Lucía Jiménez, aunque en el fondo adora a un amigo. Es atractiva la musicalización del filme con el tema “El amor después del amor” de Fito Páez como emblema o “Mi auto era una rana” de Pedro Suárez Vértiz.
5. La boca del lobo (1988): Si hay un papel que Gustavo Bueno hacía realmente bien es el del teniente lengua sucia. Con un poco más de pelo y con un talante muy distinto al que muestra hoy con su papel de ‘Don Gilberto’, el pedante militar –enviado a un pueblo de la sierra para combatir el terrorismo- es enfrentado por uno de sus subalternos, el soldado ‘Vitín’ Luna, a quien interpreta un joven Toño Vega (quien se rebela porque se harta de los abusos que cometen contra los comuneros). Lombardi y Bueno logran quizás, el mejor retrato castrense del cine perucho.
6. Caídos del cielo (1991): Se hizo famosa por llevar la adaptación del cuento “Los gallinzos sin plumas” de Julio Ramón Ribeyro al cine (notable Delfina Paredes), pero es recordada por la transformación facial que sufrió Gustavo Bueno para acercarse al optimista locutor radial, de look Cuasimodo, don Ventura (“Hola amigo, amiga que me escuchas, desde las ondas estelares de tu Alfa radio, te digo: “tú eres tu destino”). De las tres historias (la restante la llevaron a cabo Élide Brero y Carlos Gassols; palmas para ambos), la de Bueno junto a Marisol Palacios es la mejor lograda, y la que permanece en la retina de la gente.
7. Bajo la piel (1996): Espectacular thriller policial con tintes de drama y pizcas de romanticismo. Fue rodado en el norte del Perú y, aunque no lo crean, es atrapante de principio a fin. Hay quienes dicen -y no exageran- que es el mejor trabajo de Lombardi en los últimos quince años. Las actuaciones de Diego Bertie y José Luis Ruiz, más el aporte sensualón de la española Ana Risueño (haciendo honor al apellido, mantuvo contento al respetable) dejaron satisfechos a todos. No fue al Óscar ni tampoco a San Sebastián, pero no importa. Este es el cine de Lombardi que tanto extrañamos.
8. Cuentos Inmorales (1978): A ver, todos seamos por diez segundos Jorge García Bustamante y cantemos, optimistas, el himno al optimismo: “Se levanta la niña a las cuatro, cuando llega la madrugada…”. Si bien la versión peruana de Cuentos Inmorales tiene cuatro historias (la más graciosa era la protagonizada por el actor de Carmín y dirigido por Augusto Tamayo), la correspondiente a Lombardi estuvo genial y también cuenta con altísima recordación. El corto se llamó “Los amigos”, y narra la juerga de tres amigos del colegio que se juntar para beber hasta las lágrimas. Cuando el alcohol no entra más, a uno de ellos se le sale lo gay: adiós hermandad escolar.
9. Muerte de un magnate (1980): De las primeras pelas del cineasta. En ella, reconstruye el asesinato del exitoso empresario pesquero Luis Banchero Rossi (Orlando Sacha) -también mecenas del tradicional y hoy casi desaparecido club de fútbol Defensor Lima- a manos de su jardinero. El crimen, cometido en su casa de Chaclacayo mientras era acompañado por su secretaria, concitó la atención de la sociedad limeña. Francisco, fiel a su conocido estilo, llevó el caso policial al cine. Para rodar, el cineasta buscó actores muy parecidos a los involucrados en los hechos reales. En el recuerdo: el desnudo de Martha Figueroa.
10. Maruja en el infierno (1983): La bella hermana del feo Raúl Romero, Elena, protagonizó esta historia en la que era atormentada por su madrina, una mujer con aspecto de bruja (la espectacular Elvira Travesí) que también esclavizaba a unos pobres locos a los que hacía trabajar día y noche. Pablo Serra (el ‘Poeta’, ¿recuerdan?) se enamora de la jovencita cuando va a venderle un orate callejero a la avara setentona. La realidad cruda, el robo y la crisis económica que nuestro país vivió en los años setenta caracterizan el hilo de esta historia lineal, aunque intensa. Eso sí: no se olvidan las escenas ‘hot’ que la Romerito y hasta Elvira Travesí tuvieron en la ficción.
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