Tras conquistar la capital en 2009, la banda de Las Vegas regresó a nuestra capital para probarnos que lo pueden hacer de nuevo. ¿Lo consiguieron?.
“Bang, Bang, BANG”. Cada acorde se estrella contra la piel como un balazo, la abre, la penetra. Silencio. “Boom”.
“Asu. ¡Se bajó!”, le dice alguien a quien está a su lado. Brandon Flowers, vocalista de The Killers abandonó el escenario y ahora camina entre la gente. Sonríe. Lo tocan. Lo zarandean. Lo cogen para ver si es real. Él sigue caminando, abrazando a su pueblo, ese que se reunió siempre fiel para verlo a él y a su equipo de geniales francotiradores musicales.
“Thank you”, le dice a uno de sus fanáticos. Flowers, el mormón, continúa su periplo. Un VIP lo coge de la espalda, a él no le importa. Un solo de guitarra y luego piano acompaña uno de los momentos más intensos del concierto. La gente grita desbocada. Han recibido un balazo directo y no están muertos. Están más vivos que nunca. Flowers sube nuevamente. La música se extiende un cachito. Termina de despedirse. Agradece. Se va. Así terminó el día en el que The Killers volvió a Lima por más. Revive aquí la experiencia.
“WE ARE GOING TO FUCK YOU IN YOUR FUCKIN FACE”-ANTES DE VENIR A MATAR
En 2009 The Killers dio uno de los shows más recordados en el Perú. Algunos creen que este no puede ser superado. ¿Qué les dirías?”, pregunto.- “Que estoy listo para asumir el reto”, responde Ronnie Vanucci, el baterista de la banda, al auricular a kilómetros de distancia.
“Los vamos a joder en la puta cara por una hora y media” (“we are going to fuck your fucking face for 1 hour and a half”), remata divertido, contestatario. Hace una semana este Killer que realmente la vive en el escenario ya vaticinaba lo que sería su regreso. The Killers vendrían a Lima con todo, a matar.
NATURAL BORN KILLERS
Son las 10:15 p.m. The Killers saca la artillería pesada de entrada. “Mr. Brightside” arremete contra los oídos del número cuasi indescifrable de personas que se aglomeran en el Estadio Nacional. Están los fieles y las nuevas adhesiones al círculo.
Brandon Flowers luce casaca de cuero. La gente salta ya, prendida. Canciones como “The way it was”, “Smile like you mean it” y “Miss Atomic Bomb” se estrellan después. De pronto estos soldados del ritmo arman una bomba frente a nuestros ojos. ¡Booom!, explota de la mano de “Human”. La canción inspirada en una frase del creador del periodismo gonzo, Hunter S. Thompson, retumba desprejuiciada. Todos bailan, saltan, se contorsionan. Cantan.
Un Flowers que ya deja asomar los músculos al sacarse la casaquita guía a su multitud embravecida. “WO-O”, grita. Nosotros respondemos lo mismo. “Yeah”, vocifera. Repetimos una vez más, hipnotizados.
EL MATADOR
Habla por primera vez en el concierto. “They missed us? Nosotros también los extrañamos, Lima”, dice en spanglish. “Lima, eres linda”, nos ensalza más tarde.
El suelo vibra, el público también. “Somebody Told Me”, ensordece. Se mete adentro. En la carne. Saltamos, juntos. Las manos arriba. Saben cómo atacar nuestro sistema para controlarnos, para dominarnos, para que nos sometamos a sus asesinos deseos. El dejo eléctrico de su banda seduce, obliga a bailar, a no parar. Los solos de guitarra se entremezclan. Vanucci, el hombre que me preguntó si era una “band girl”, se retuerce con los ojos cerrados mientras vuelve a dar contundente estocada a su batería.
The Killers entremezcla los himnos de siempre con nuevas creaciones del algo criticado “Battle Born”, su más reciente disco. “From Here On Out”, del mencionado álbum, resuena después.
ATAQUE MASIVO
Los músicos no nos dan ni un respiro. La pantalla muestra un cielo azul lleno de nubes blancas. Empieza a sonar el ‘soundtrack’ de las relaciones románticas complejas, “Read my mind”. Cantamos junto a Flowers la primera estrofa de la canción. “Nice”, dice él con una sonrisa.
La música nos controla, nos avienta, nos revienta. The Killers nos disparan a quemarropa. Nosotros, tal y como Sony Corleone en el padrino, bailamos al son de sus balazos.
“Runaways”, aparece y “Al These Things” envuelve. “I got a soul, buy I’m not a soldier”, vocifera el carismático cantante. Todos remedamos gritando. Salvajes. Ellos se despiden para después volver.
EL típico “Olé, Olé, Olé” que vocifera la gente a son de súplica llega más rápido que otras veces. El escenario no se ha apagado. La agrupación retorna con “Jenny was a friend of mine”. Con “When you were young” contraatacan. “Battle” Born” aterriza para recordarnos que estamos vivos. Los disparos de “The Killers” son una inyección de adrenalina directa al pecho. Despiertan. No matan, no adormecen, no frenan. No lo acaban todo. Al contrario. De una balacera de ellos no sales igual que como llegaste.
Brandon Flowers nos dice que lo que busca es hacernos sentir ese “algo” en el pecho, esa sensación, ese sentimiento poderoso que nos mueve. Emoción. “Somos The Killers. Ha sido un placer”, afirma el cantante sin dejar de sonreír. Y se baja del escenario. Y camina entre nosotros. Abraza a su gente. Se despide una vez más. La música continua un poco más. Luego todo termina.
Vanucci cumplió lo que dijo. La banda disparó sin parar por una hora y media.
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Fuente: El Comercio