Cuatro grupos españoles que la hicieron linda en los ochentas y noventas llegaron a Lima para hacernos volver a vivir los mejores momentos.
On. La máquina del tiempo está encendida. El motor está prendido. Cerca de 5,000 tripulantes están en sus puestos, expectantes. 9:15 p.m. El armatoste ubicado en la explanada sur del estadio Monumental empieza a emitir sus primeros sonidos. Se oye una guitarra, un teclado, la batería. Comienza el viaje temporal que el POP Tour nos tiene preparados. Es tiempo de abrocharse los cinturones.
Amistades peligrosas irrumpe en la cabina de mando. Los capitanes son el sexy Alberto Comesaña y Yolanda Yone, la mujer de rizos controlados que, desde el 2007, reemplaza a Cristina del Valle, su ex novia, su ex compañera en la música. Tras cantar un tema que la mayoría no ha escuchado en su vida, el primer dúo dinámico de la noche pone el pie en el acelerador. “¿Quereis recordar viejos tiempos?”, pregunta Comesaña conociendo de antemano la respuesta.
“Estoy por ti”, entonan los peligrosos hombres que guían, por ahora, la nave. Los tripulantes (conformados por parejitas, treintañeros tiernos y señoritas “power”) gozan, cantan, disfrutan de la travesía temporal. “Me haces tanto bien”, prosigue Comesaña y Yone, como para que a la gente no se le olvide que allí han llegado para recordar. “Que nos oigan hasta Chile”, dice Alberto para espolear a los asistentes. Consigue su cometido.
Pero el primer tramo del viaje se interrumpe de pronto. El varonil ‘pelado’ que comanda el timón decide cedérselo al próximo españolísimo dúo.
La rubilinda Marta Botía entra a la cabina intergaláctica (también llamada escenario) de luces cuasi psicodélicas. Ella ya no baila sola. Tras dejar atrás a su antigua compañera de aventuras, Marilia Casares, hoy tiene nueva acompañante: Rocío Pavón. La dupla sabe bien qué botones apretar para llevar a los pasajeros de la máquina del tiempo a un trance nostálgico.
“Lo echamos a suerte”, entona Ella Baila Sola para comenzar con fuerza. “Venir a Perú era una asignatura pendiente. Venir es cumplir un sueño”, confiesa Botía, luego de saludar a la inmensa luna llena que acompaña nuestro recorrido. “Y quisiera” y “Despídete”, entonan también las señoritas. De lo bueno, poco, dicen. Tal vez por eso las españolas le ceden la posta a Javier Ojeda, quien fuera el líder de Danza Invisible.
Exagerado, pero burbujeante, así es el artista que ahora ocupa el puesto de mando y quien intenta (con no mucho éxito) bailar al estilo de Michael Jackson. Tras un tibio comienzo, el hombre de negro finalmente aprieta el botón de los propulsores. “Déjame que te cante, limeña”, nos dice, nosotros por supuesto aceptamos el ofrecimiento. “Sin aliento”, entona y precisamente así nos deja: cansados, pero contentos.
Los Cómplices entran en acción. La única formación de la noche que mantiene sus dos integrantes a través de los tiempos nos muestra la química que tienen. Ambos se pasan el timón el uno al otro, ambos comparten el liderazgo, ambos brillan. Teo Cardalda muestra lo suyo en la guitarra y en los teclados, María Monsonis también lo enseña todo: su vestido era muy (muy) corto. Sin embargo, ambos nos regalan uno de los momentos cumbres de esta travesía por el pasado. “Es por ti” musicaliza uno de los picos de esta gala del sonido. La multitud baila, se estremece, salta, goza. Están recordando lo que eran en los ochentas, lo que se divirtieron en los noventas, están echando de menos lo que probablemente en este siglo dejaron atrás. Cómplices se retira del escenario. Algunos se preguntan qué vendrá después…
EN LA REPETICIÓN ESTÁ EL GUSTO
Todos los grupos vuelven por más. Es hora de una segunda ronda. Los motores ya calentaron. Es hora de alcanzar la máxima velocidad: la del sonido.
Ella Baila Sola vuelve con “Cuando los sapos bailen flamenco” y finalmente le da a la tripulación lo que esperaba: “El himno de los bares”, dice María y empieza a cantar la infaltable “Amores de barra”. Probablemente fue en ese momento en el que muchos nos quedamos roncos.
Luego Amistades Peligrosas retorna. Yolanda canta un estremecedor cover de Mecano: “Me cuesta tanto olvidarte” y después Comesaña se le une y nos obsequia la divertida “Me quedaré solo”.
Tras pedir una cerveza al público, el cantante entona una canción que es más una oda al buen chupar, un poema a la cerveza y a sus efectos en la vejiga: “Mi agüita amarilla”.
Luego todo se empieza a mezclar. Comesaña entona una canción con Cardalda, quien luego hace lo propio con el antiguo líder de Danza Invisible, quien posteriormente se queda en la nave para cantarnos varios temas más. Luego se va. Pero lo mejor está aún por venir.
EL GRAN FINAL
Por un momento la máquina del tiempo navega a la deriva por el infinito sin que nadie la comande. Los tripulantes deciden hacer un motín y reclamar por más. “Otra, otra”, gritan. Finalmente sus generales de vuelo retornan. Tras un dúo entre Teo y Javier todos entran en el escenario.
Piruetas, luces cegadoras, increíbles maniobras de vuelo, eso y más nos regalaros estos siete fantásticos españoles. Cada uno de ellos entonó nuevamente su más conocida pieza. “Me haces tanto bien”, nos regaló Amistades Peligrosas; “Lo echamos a suerte”, gritó Ella Baila Sola, “Sin aliento”, confesó Javier Ojeda; “Es por ti”, nos confirmó Cómplices. Todos abrazados cantaban. Ya era tiempo de despedirse, no sin antes sorprender con una extraña versión de “Let it be” y “El Rey”.
Los motores se apagaron. Los 7 se tomaron de las manos. Agradecieron, se fueron. La nave temporal que nos hizo viajar por casi tres horas finalmente aterrizó. Todo había terminado. Sin embargo nadie nos quita lo bailado. Esa noche no solo recordamos, también volvimos a vivir.
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Fuente: El comercio