El escritor nacional fue homenajeado el pasado 30 de julio en la Feria Internacional del Libro (FIL 2010).
¿Qué nueva etapa marca esta novela dentro de tu producción?
El tema de la familia es uno que siempre me ha interesado y en esta se trata la historia de una familia. La familia es la última gran religión de nuestro tiempo, una organización hecha de un pacto muy profundo, que obliga a sus miembros a alianzas marcadas por el origen común. Uno es familiar de alguien como quien recibe un destino. Lo interesante para mí es cómo al interior de una organización así se establecen alianzas, pactos, solidaridades y también traiciones, que muchas veces conllevan a realizar conspiraciones contra la sociedad, como sostiene Moravia.
¿La familia de tu novela es un modelo particular?
Mi libro es la historia de una familia tradicional donde el ingrediente es el dinero. Es una familia dueña de un banco muy poderoso en Lima, y en esa familia aparecen apetitos, alianzas, luchas. Es una familia con una grieta. Esta se da porque uno de sus miembros se enamora de la hija del chofer, que resquebraja la historia. Esta “traición” es la que da curso a la historia, que ocurre en una casona del parque El Olivar, cuando esa zona era rural. Y, a la vez, reseña el cruce conflictivo de dos razas. La cultura negra tiene importancia en la novela. El personaje, en las primeras páginas, va a una fiesta con música afroperuana en El Carmen, y eso marca su experiencia. La hija del chofer es negra, y quien se enamora de ella luego aparece muerto de un balazo.
¿Esto la convierte en una novela de crítica social?
Sí, claro, porque la novela procura mostrar cómo funciona la sociedad peruana, en base a desigualdades, conflictos, extorsiones. La sociedad peruana está hecha a partir de un conflicto aún no resuelto; siempre hay juegos de poder hasta en las relaciones más cotidianas. En mi novela, en la casa de El Olivar coinciden los señores y los sirvientes, que al venir de diferentes mundos, la convierte en un escenario de conflictos.
¿Tuviste en mente el cuento de Ribeyro “De color modesto” o “Conversación en La Catedral” de Vargas Llosa, que tocan conflictos similares?
Ese cuento y esa novela me marcaron mucho como lector, y finalmente algo de eso fluyó en este libro. Pero hay otro volumen que tuve muy presente mientras escribía: “The American” de Henry James, que es la historia de los conflictos de los inmigrantes estadounidenses en Europa.
¿Tu novela reinterpreta algún suceso personal?
Mira, un día, caminando por El Olivar de San Isidro, pasó un grupo de personas y una de ellas dijo, mirando el bosquecillo: “Y pensar que todo esto era nuestro”. Allí empecé a pensar en la historia del libro.
Después de todos estos años escribiendo relatos, ¿te es más fácil ahora realizar una novela?
Sí, más que cuentos, no sé por qué. Creo que el hecho de tener una personalidad tan desordenada e intereses tan variados, hace que me adecúe un poco más a la novela, que es un género donde todo entra, que es tan variada e imperfecta como la vida. Es que la novela se alimenta de las distorsiones, carencia y excesos de la vida.
¿Qué ocurre en ti cuando terminas un libro?
Me pongo a escribir otro, inmediatamente. Ahora ya tengo avanzada una nueva novela. Nunca dejo de escribir o de pensar en lo que escribo. No es porque sea muy trabajador, sino porque es algo que deseo hacer. Todos los días es en lo único en que pienso, salvo en dictar algunas clases o escribir un artículo.
¿Qué significado tiene para ti tu inclusión como miembro de la Academia Peruana de la Lengua?
He sentido la responsabilidad de valorar las infinitas posibilidades que tiene el castellano, incluyendo los aportes del quechua y de otras lenguas indígenas, para que cada vez que lo usemos en la vida cotidiana, tengamos la sensación de estar usando un vehículo de comunicación. Creo que si tomamos conciencia de esto, nos comunicaremos de una manera más completa. En un país tan fragmentado como el Perú, esto es importante.
FICHA
La venganza del silencio
Autor ALONSO CUETO
Editorial PLANETA
Lima, 2010
Nº páginas 320