Una lucha pareja entre los filmes caracteriza a la decimocuarta edición. No debe perder de vista los ciclos de Jacques Tati y los documentales.
La decimocuarta edición del Festival de Lima, organizada por la Pontificia Universidad Católica del Perú, exhibirá más o menos un centenar de películas, a partir del 6 de agosto. Se trata de una edición a todas luces más pequeña y concentrada, con competencias equilibradas en el nivel de calidad de las películas. Empecemos por lo mejor: la retrospectiva dedicada al cineasta francés Jacques Tati, realizador de clásicos como “Las vacaciones del señor Hulot”, “Playtime” y “Mi tío”. Se proyectarán, en soporte fílmico y no en digital, todas las cintas del excéntrico, desmañado, divertido, lacónico y genial señor Hulot. Un acontecimiento para celebrar.
En la competencia oficial de cintas latinoamericanas de ficción, los platos fuertes son “Carancho”, de Pablo Trapero, director de un clásico del nuevo cine argentino, como “Mundo grúa”, y de “Leonera”, ganadora del premio a la mejor película en un Festival de Lima anterior. También destacan otras dos cintas argentinas: “Los labios” y “Rompecabezas”, así como la brasileña “Viajo porque necesito, vuelvo porque te amo”. De las otras películas de esta sección, las más recomendadas en los circuitos de festivales y por críticos y revistas de cine confiables son: la chilena “Navidad” la colombiana “El vuelco del cangrejo” “Rabia”, del ecuatoriano Sebastián Cordero, realizador de “Ratas, ratones, rateros” la costarricense “Agua fría de mar” y las mexicanas “Alamar” y “Norteado”. También hay comentarios favorables de “La casa muda”, del uruguayo Gustavo Hernández, y de “Crónicas chilangas”.
El Perú compite con dos cintas aún no estrenadas: “Contracorriente” y “Octubre”. También con “Paraíso”, de Héctor Gálvez, que pasó desapercibida por la cartelera comercial, pese a ser una de las mejores películas peruanas de los últimos años.
La competencia de documentales es central y un verdadero plato fuerte. En ella se han dado varias de las mejores películas que se han exhibido en la historia del festival. En esta edición está “Moscú”, del brasileño Eduardo Coutinho, un maestro del cine de América Latina de hoy. También prometen “Nostalgia de la luz”, del chileno Patricio Guzmán; “The Two Escobars” “Uno, la historia de un gol” y “Cuchillo de palo”. El peruano Felipe Degregori presenta “Chungui, horror sin lágrimas”, y se exhibe “Familia”, del sueco Mikael Winstrom, que completa una trilogía de cintas filmadas en el Perú.
LAS MUESTRAS PARALELAS
Las secciones paralelas suelen ser un lugar que depara algunas sorpresas. La sección de título más pomposo y equívoco de todo el festival es Secretos y Tesoros Latinoamericanos. Ahí no encontrarán los doblones de oro del cofre del pirata Morgan, pero hay títulos atractivos como “Vikingo”; “Francia”, de Israel Adrián Caetano; “La mosca en la ceniza” y “El hombre de al lado”.
En Homenajes, “Vidas secas” y “Bye bye Brazil” son clásicos de la producción de Luiz Carlos Barreto. “Danzón” es lo más atractivo en la obra de la homenajeada María Novaro.
En Presentaciones Especiales están “El escritor fantasma”, del polémico realizador Roman Polanski; “Enamorada de mi ex”, de Edward Burns; “A Single Man”, premiada ópera prima de Tom Ford; y la española “Celda 211”, la gran ganadora de los últimos premios Goya.
En la Semana de la Crítica de Cannes hay que prestar atención a “Armadillo”, “Rien de Personnel”, a la mexicana “Revolución”, que contiene episodios dirigidos por Amat Escalante, Carlos Reygadas, entre otros.
Echando en falta: no está programada la mexicana “Año bisiesto”, de Michael Rowe, una de las cintas latinoamericanas más celebradas del último año.
Otra omisión, convertida ya en carencia crónica del festival: la ausencia del cine latinoamericano del pasado, de retrospectivas de realizadores, de muestras antológicas sobre géneros, estrellas, tendencias. El festival apuesta por el “efecto vidriera” exhibiendo películas recientes, lo que está muy bien, pero no reflexiona sobre ellas, ni las pone en perspectiva, ni propicia la investigación. El festival debe ser también un espacio para contrastar y pensar lo “viejo y lo nuevo” en el cine de la región.
Varias de las películas del ciclo de Jacques Tati se proyectarán en la cadena Cineplanet. Lo ideal hubiera sido verlas en la sala que tenga la pantalla más ancha y más larga posible, porque son cintas construidas con un riguroso, geométrico, casi maniático, sentido de la composición visual. Si se ven con una mala proyección y el formato mutilado, los resultados pueden ser desastrosos.