El actor de “Átame” y “La máscara del Zorro” conversó con El Comercio durante su corta estadía en nuestra capital
Antonio Banderas pareciera estar buscando el mar. El típico cielo gris de Lima no deja que lo encuentre, pero sigue mirando el paisaje.
Hace unos minutos respondió todo tipo de preguntas en una conferencia de prensa: fútbol, política, comida, turismo y hasta le preguntaron si podían darle un beso. Él llegó para subastar 10 imágenes de su segundo proyecto fotográfico “Women in Gold” a beneficio de la Fundación ANAR, y todos quieren saber algo más de él.
Así que, desde el piso 11 del hotel en el que se hospeda, está aprovechando el momento libre para fumar un cigarro y contemplar lo que puede de la ciudad en la que está.
Tienes una agenda imparable. ¿No te gustaría un poco más de tiempo para ti?
¡Joder!… Me encantaría, pero así es la vida. Ahora vengo de Colombia y, pese a estar ahí unos meses [por el rodaje de la película “Los 33”], no tuve oportunidad de conocerla. Llegábamos a la mina en la mañana y salíamos a las 7 de la noche. Entonces, lo que recuerdo de Colombia es pura oscuridad. Y me gustaría más tiempo especialmente aquí porque mi esposa (Melanie Griffith) ha venido antes y me contó de esta zona mágica que es Cusco.
Que te persigan cámaras debe ser abrumador. ¿Cómo lo manejas?
Uso los espacios que hay para entrar a la habitación del hotel, retomar fuerzas y afrontar el asunto. Pero también es que me ilusiona mi trabajo. Ya llevo trabajando 18 años con Puig [compañía de perfumes] y hacemos una labor ética, de devolver a la comunidad. Por ejemplo, más temprano me encontré y pude conversar con la presidenta de la Fundación ANAR, y eso me ilusionó. Creo que si haces cosas que no te gustan, de pronto te cansas más, pero si haces cosas que te gustan, todo es más fácil.
¿Cómo así decidiste ingresar a la industria de las fragancias?
No lo hice. En un principio solo me ofrecieron hacer un comercial. Pero en mi mente empresarial surgió esta idea de ser socios. Y así trabajamos: no cobro por los comerciales y gano un porcentaje por las ventas.
¿Participas al momento de armar los conceptos?
No. No puedo porque no sé nada del tema. No sé cómo pueden conceptualizar un tema y meterlo en un tarro. Me parece increíble. Ahora, si los perfumes han cambiado es porque yo he cambiado con el tiempo. Antes era un poco más sport, y quizás ahora hay un poco más de sofisticación.
Tienes que vender una versión tuya muy elegante, seductora, ¿pero que más hay de ti?
Los perfumes ven solo una parte de mi personalidad. Yo soy una persona que viaja por la vida con una montaña de cosas buenas y malas. Yo digo la verdad: todos cometemos errores; todos podemos ser seductores y otros días no [ríe]. Hay mañanas que te despiertas y hablas tonterías. Hay que vivir con eso y seguir para adelante.
Pero sí te sientes tú mismo…
Nunca me he sentido traicionado. Todo lo que hago, mi trabajo, la promoción, la filantropía… todo está ligado a lo que realmente quiero hacer. Todo me lo creo. Jamás me he sentido incómodo.
¿Y cómo es que empiezas con la fotografía?
Es algo que yo hacía por hobby y Puig nuevamente me propuso hacer algo más grande, y así empecé. Lo que me gusta es que no me han puesto ningún tipo de censura. Ahora, la gente no se va a encontrar con el trabajo de un profesional; eso yo lo sé, soy un amateur, pero siempre me ha gustado la fotografía.
El tema de retratar a la mujer es recurrente…
No, no es recurrente. El tema de las mujeres es fijo [sonríe]. Me gusta. Y es que después de 53 años de haber estado en esta vida, la mujer todavía me resulta un enigma. Estoy tratando [con las fotos] de mostrar lo que percibo de ellas; trato de encontrarme a mí mismo, supongo también. Busco mostrar mi relación con las mujeres en la que se han producido situaciones de fracaso. Porque hay fracasos. Yo tengo un gran número de fracasos con las mujeres a mis espaldas.
Pero si llevas varios años de casado…
Sí, claro. Yo he estado casado en dos ocasiones y las dos han sido longevas, pero la vida es la vida y los errores siempre se cometen. Uno no sabe cómo se puede presentar el futuro y puedes dar un patinazo y eso… eso es así.
¿Tu mujer y tu hija te inspiran en tus trabajos?
Sí, sobre todo mi pequeña Stella. Tengo una buena relación con mis hijastros, prácticamente los he criado, pero Stella es mi hija biológica, fruto de mi relación con Melanie [Griffith]. Aunque tengo una espina clavada en el corazón porque mi profesión me demanda estar mucho tiempo fuera de casa. Entonces a veces tengo un sentido de culpabilidad por haberme perdido de ver a mi hija crecer. He intentado explicarlo, pero puede ser complicado entenderlo. Me echa de menos y yo también. Esa quizá es la parte más difícil de mi profesión: vivir en hoteles más que en mi casa.
Dijiste que te gustaría regresar con ella a visitar Machu Picchu.
Es un sueño, sí. No creo que pueda hacerlo este año porque mi trabajo me da constantemente estos sustos, que te dicen de un momento a otro: tienes que viajar para aquí o para allá. Pero sí me gustaría recorrer el Camino Inca. Necesito el tiempo.
Y también físico…
¡Eso lo tengo! [ríe]
Para el actor, el día recién empieza y hoy tiene una agenda igual o más ajetreada. Luego viajará a Los Ángeles y después partirá a Francia. Cuando lo cuenta, en la cara se le nota el cansancio y las ganas que tiene de, en realidad, estar en casa.
Pero al rato se escucha un ruido en la azotea. Banderas está zapateando duro y simula con sus manos tocar castañuelas, mientras ríe. Quizá su buen humor hace que el tiempo pase más rápido.
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Fuente: El Comercio