La impecable voz del artista español, así como su elegancia y carisma, dejó satisfecho al público peruano
Cantar en Lima no es una novedad para Raphael. Para los limeños tampoco es algo raro ver al divo español. Lo que sí es un espectáculo es ver al cantante desafiando al tiempo y mostrando que se encuentra en forma para los escenarios, sobre todo si se atreve a cantar 40 canciones ante un público que no paraba de ovacionarlo. Llegaron al concierto sus más fieles seguidores, y aquellos que acompañaron a sus padres. También asistieron algunos oyentes que recientemente han empezado a apreciarlo como intérprete. El artista señaló que esta presentación mostraría un repertorio formado por “éxitos de un pasado muy presente”.
Cuando salió a tomar el micrófono toda la audiencia estalló en aplausos y dio así la bienvenida a lo que sería una velada de reencuentro. Vestido de negro, tocó un silbatillo para reconocer la nota con la que iniciaría a cantar. Entre la alegría de la gente, el concierto prácticamente inició con el segundo tema: Mi gran noche. Raphael hizo algo que artistas como Bob Dylan o Silvio Rodríguez se atreven a hacer. Se trata de cantar acompañados de un único instrumento. En este caso el cantante español salió en compañía de un pianista, lo cual lo dejaba prácticamente con la voz desnuda. Cualquier error hubiese sido notorio, pero nunca ocurrió. Su voz estuvo tan impecable como su elegancia y carisma. Donde se paraba terminaba rodeado de flores blancas y rojas que sus admiradoras le tiraban en agradecimiento a cada canción.
Posteriormente interpretó temas como “La noche” y “Digan lo que digan”, donde los aplausos fueron incontrolables, sobre todo cuando encendieron las luces para que el cantante vea a todo su público. Raphael fue grato con Manuel Alejandro, a quien se refirió como su “compositor fetiche”. No tuvo reparo en decir que muchos de sus éxitos provienen de aquel trabajo compartido. El cantante continuó y recorrió un largo repertorio con temas como “Tú, cupido” o “Todas las chicas me gustan”, “Ella ya me olvidó”, además de canciones de su último disco titulado Reencuentro, como “Cuatro estrellas” o “Eso que llaman amor”, y más adelante “El mundo será de ellas”.
El cantante fue claro al presentar un segmento de temas. Dijo que se trataba de un grupo de canciones que el público se encargó de hacerlas históricas. Este fue el caso de “Hablemos del Amor” (la cual interpretó en Eurovisión de 1967), “Cuando tú no estás” o “Desde aquel día”. Estos temas de la década del sesenta fueron muy bien recibidos por los asistentes. También entonó “Maravilloso corazón” y “Adoro” de Armando Manzanero. Mientras cantaba el tema “Payaso”, proyectaron en el escenario escenas sacadas de una película de un joven Raphael interpretando el mismo tema y de manera sincronizada.
Interpretó los tangos “Nostalgias” y “Volver”, tema en el cual simuló un dúo con Carlos Gardel al encender una radio que era parte de su escenografía. Uno de los momentos cumbres del concierto fue cuando el guitarrista Julián Jiménez dio el sabor peruano con su guitarra. Acompañó al español en “Chabuca Limeña” y “Cuando llora mi guitarra”. Raphael se pulió aún más por tratarse de canciones en compás de vals.
Raphael se mostró muy cómodo en su escenario. Se animó a bromear con el público y a tomar examen sobre sus letras. Se divertía al decir que sólo se sabían algunas partes. No faltaron temas como “En carne viva”, “Qué sabe nadie” o “Balada de la trompeta”. Cuando estaba por irse la gente le gritaba para que saliera de nuevo y éste volvía con el pianista. El típico truco de todos los artistas, pero igual resultaba emocionante.
El concierto terminó con los asistentes pidiendo una canción más al español, pero luego de poco más de dos horas y media de concierto, Raphael solamente respondió graciosamente con señas que decían: tengo que comer, tengo que dormir. Fue así como se retiró y todos quedaron satisfechos, inclusive un par de metaleros con polos de Iron Maiden que le decían a su mamá que el español cantaba bien y además se vestía de negro como ellos.
Fuente: El Comercio
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