La guapa actriz venezolana de “Al fondo hay sitio” se considera una guerrera.
Korina Rivadeneyra dejó en el cajón los cosméticos y nos recibió sin maquillaje -sin que esto opaque su angelical belleza- en la intimidad de su casa. La actriz y modelo venezolana se describe como una mujer sencilla y no como una muñeca, pues es una guerrera que sobreviviría en la selva (donde ha vivido su niñez) con un cuchillo en mano.
Llevas casi dos años en Lima, ¿qué plato de nuestra gastronomía te encanta?
Me fascina el cebiche. Lo puedo comer de día, noche o madrugada. Luego de eso, las sopas como “a la minuta”. Aquí, nadie se muere de hambre.
Entonces, ¿eres una experta en la cocina…?
No tanto. Preparo un buen cebiche, pero a mí me criaron en las montañas (selva de Venezuela) y con solo un cuchillo sobrevivo.
Cuéntame esa parte de tu vida…
Viví en la finca de mis abuelos y conozco bien la montaña, los animales y las plantas que deben comerse. Así como matar una serpiente para sobrevivir. No soy como otras mujeres venezolanas que a mi edad, ya tienen como 80 hijos.
Si vivías en una finca, ¿cómo llegaste a ser modelo?
Una vez casi me rompo el brazo en una moto, y mi papá me dijo que debía comportarme como una señorita. Me inscribió en un concurso de belleza nacional y gané. Fui al “Miss Teen World” en Ecuador y allí me maquillaron como un monstruo. Me quité el maquillaje, me pasé un peine y salí a concursar. El escenario era al aire libre y llovió, todas terminaron con la cara manchada y despeinadas. Y yo, tal como estaba, gané. Luego iba a estar en el Miss Venezuela, pero me pidieron bajar 10 kilos, dejar de surfear y comer solo zanahorias y atún. No acepté, era demasiado. No estoy para esa fábrica de muñecas que hay en mi país. No me siento una muñeca, solo una chica normal con retos en la vida.
¿Viniste jovencita al Perú?
Sí, a los 18 años. Empecé a trabajar, estudiar actuación y logré un papel importante (Abigaíl, en “Al fondo hay sitio”). Cuando llegué no tenía ni un sol, pero ahora puedo pagarme este departamento donde por primera vez le abro las puertas a la prensa.
¿La selva de cemento debe ser más difícil para ti?
Sí. Lima me estresa, porque el ritmo de vida es diferente. Yo me crie con la naturaleza. Por ejemplo, hace unas semanas me compré una Laptop y estoy aprendiendo a usarla. La tecnología no es lo mío, yo adoro la vida más sencilla.
¿Pero te adaptas bien?
Soy una mujer luchadora, sobrevivo en cualquier circunstancia… *
Al menos, veo que sigues viva después del escándalo que se armó con Andrés Wiesse.*
Eso fue solo una confusión. Verónica (Homs) dijo que me vio en la discoteca y, claro, fui con mi prima porque ella quería salir, estaba en Lima y deseaba divertirse. Y justo ese día estaba Andrés, nos saludamos y nada. Eso fue todo. Mi novio también estaba.
Pero todo esto te chocó, pues no quisiste decir nada al respecto…
Me sentí mal al saber que alguien de la nada quiera destruir y dañar mi integridad.
¿Sientes algún tipo de acoso?
Me preocupa no poder hacer cosas normales. El otro día un fotógrafo de Magaly estaba escondido y corría entre muros y escaleras tomándome fotos. Lo busqué y le dije: Estoy con mis amigas, tómanos una foto. Lo hizo y le dije “ahora nosotros dos” y mi amiga tomó la foto. Al final, se fue feliz.
¿Y te ha dejado alguna enseñanza todo esto?
Al parecer, soy importante para alguien, pero me queda la satisfacción que hago mi trabajo bien, porque si fuese mala actriz, entonces nadie se fijaría en mí.
¿En la calle te han atacado?
Me dicen lo mismo de siempre, que soy mala por mi personaje, pero me tratan con cariño.
¿Tu novio entendió todo (Gino Pesaressi)?
Todo está bien entre nosotros…
¿Te volverán a ampayar en otra discoteca?
Es muy difícil, pues no bebo alcohol y solo bailo toda la noche con mi botella de agua.
¿Y qué te gusta bailar?
La salsa me fascina, siento que entra por mi sangre, me hierve y me provoca bailar, pero cuando me sacan me vuelvo un ocho. Soy un desastre y piso a mi pareja.
Fuente: Diario Trome