La banda mexicana celebró 15 años bombardeando cuanto local se le interponga. A ritmo de rock, funk, rap metal, cumbia y diversas variantes, dejó sin aliento a las más de mil personas que se congregaron en Lince
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Una bomba estalló en Lima. Como un punto negro en medio de la llegada de artistas de masiva convocatoria, Molotov, con la espontaneidad e irreverencia que los caracteriza, no se guardó nada e hizo explotar Vocé, en Lince, con un setlist que no dio tregua.
Ante un público impaciente (la banda salió pasadas las 12:30 a.m., con media hora de retraso, y varios de los presentes pensaron que el show se iniciaba a las 10 p.m., como decía la entrada) pero fiel, solo bastó un acorde de los mexicanos y el local no paró de retumbar.
El primer disco del grupo, “¿Dónde jugarán las niñas?”, un emblema para sus seguidores, fue el que guió el show. Cerdo, ¿Por qué no te haces para allá?… al más allá, Mátate teté, Más vale cholo, entre otras, fueron de las más coreadas durante las casi dos horas que duró el espectáculo. No faltaron Amateur, Parásito y Marciano.
Pero, definitivamente, los momentos claves de la presentación de Molotov fueron cuando entonaron el prácticamente un himno Gimme tha power, el pogo eterno Puto, y los símbolos latinos Voto latino y Frijolero, antecedidos, no podía ser de otra manera, de un “Pinche gringo”, en medio de una polémica ley de Arizona, una niña de raíces peruanas convertida en todo un símbolo de la inmigración en los Estados Unidos, y un grupo compuesto por tres mexicanos y un estadounidense.
Molotov, como suele hacer durante sus presentaciones, bromeó con el público y se lo metió al bolsillo. Un improvisado solo de batería a cargo del bajista Micky Huidobro, la momentánea interpretación del bajo del baterista Randy Ebright, el instante de percusión del también bajista Paco Ayala y el inamovible guitarrista Tito Fuentes. Un grupo más que completo y casi único, con dos bajos sobre el escenario y una potencia difícil de igualar.
Y por si fuera poco, la banda se dio tiempo para tocar Rap, Soda y Bohemia, el cover, a su estilo, de Bohemian Rhapsody. Acaso solo un grupo tan irreverente y suelto de huesos como este se atrevería a hacer una adaptación, con cambio de nombre incluido, de una de las canciones más clásicas de todos los tiempos, de Queen.
La cereza del setlist, entonces, llegó sobre el final, cuando muchos pensaban que el show concluía con “Puto” y las decenas de globos que revoloteaban sobre las cabezas de los fans. La banda hizo subir al escenario a varias chicas, algunas de las cuales tuvieron sus minutos de fama tocando alguno de los instrumentos (¿Qué otro grupo se permite semejante conexión con su público?). Con el fondo de Rastamandita, Molotov puso fin a casi dos horas de un campo minado que no dejó nunca de estallar.