El que no la debe no la teme. Lamentablemente, el sonero Willie Colón abandonó nuestro país como si tuviera temor de algo. Con lentes oscuros y con el resguardo de cuatro sujetos, el trompetista llegó apurado la noche del sábado al aeropuerto Jorge Chávez para embarcarse a Nueva York.
En todo momento, Willie se negó a dar declaraciones a El Popular y La República, los dos únicos medios que lo esperaban en el primer puerto aéreo para recoger sus impresiones tras haber permanecido ocho horas detenido en la policía fiscal por el supuesto delito de piratería en contra del compositor peruano Walter Fuentes.
Sin embargo, ante la insistencia de los periodistas por acercarse al trompetista, un custodio del cantante arremetió contra ellos de manera brutal y arrojó a uno de ellos contra el piso.
Peor aún, de manera cobarde e ilegal, los matones intentaron arrebatarle las cámaras fotográficas a nuestra periodista Jenny Valdivia para impedir que registre las incidencias.
Mientras la agresión se perpetraba, el intérprete de “Idilio” ingresó a la zona de embarque sin inmutarse ni evitar la agresión a pesar de los gritos de los testigos, que criticaron su comportamiento.
A pocos metros el empresario Héctor Sánchez, quien contrató al artista, creyó que estaba en su chacra y empezó a amenazar a los hombres de prensa. “No saben con quién se han metido. A los tres los voy a ubicar”, aseguró matonesco.