A propósito del regreso del programa cómico (hoy a las 9.p.m.), ríase y recuerde a los personajes que lo han hecho soltar más de una sonora carcajada
¿Quién no ha gozado con las imitaciones de la dupla conformada por Carlos Álvarez y Jorge Benavides? Solo este par de talentosos imitadores son capaces de representar (con sorprendente facilidad) a cuanto personaje público sea parte de la coyuntura mediática, y hacernos carcajear hasta decir basta. A propósito de su regreso –en su octava temporada- este sábado a la pantalla chica, en este jocoso 10+, les ofrecemos una selección de sus mejores personajes, sin poder evitar que muchos se queden en el tintero (mención honrosa a ‘Galan García’, ‘Jorgito‘, ‘Marco Aurelio Denegro’, ‘Marta Hitlerman’, ‘Don Genaro’, ‘Alejandro el Guerrero’, y muchos más):
1. Alejandro Choledo (Carlos Álvarez): Esta sensacional caricatura viva no escapa a ninguna manía ni detalle del incontrastable ‘Cholo’. Ni la manera incomprensible de mover la cabeza, ni el tono de voz, ni el ritmo al hablar, ni los brazos abiertos cada vez que se da baños de su popularidad. El personaje se manifiesta en su faceta más ‘whiskera’ y ‘juerguera’ en cada sketch, escapando de la mano opresora de su mujer ‘Eliane Karpa’, que le ha prohibido merodear por los alrededores del hostal Melody. Gran representación del popular ‘cholo santo y sagrado’.
2. Daniel Lisuratás (J. Benavides):& Escuchar el arsenal de lisuras que tiene bajo la manga el gemelo del nacionalista Daniel Abugattás es para matarse de la risa. Solo tiene que pararse en las reuniones de la comisión a la que pertenece y poner los puntos sobre las íes, hablar sin medias tintas, decir las cosas claras: “con todo respeto, señores, la gente está decepcionada de sus representantes. En pocas palabras, este congreso es una buena…”. Más directo no pudo ser.
3. Don Bieto Químper (C. Álvarez): Más que las celdas de lujo y los arrestos domiciliarios, este debe ser el peor castigo para los protagonistas del escándalo ‘petroaudios’. Don Bieto Químper –junto al Rómulo Ratón- son representados con una descomunal cola de ‘roedor’ que les debe doler en el alma. Pero no solo en la cola radica el éxito, sino en el comportamiento criollo y caradura del caricaturizado Don Bieto, al que nada le avergüenza: total, todo se arregla con un “faenón”.
4. Kenyo (J. Benavides): El hijo del ex mandatario Alberto Fujimori también es parodiado por JB. El imitador no hizo otra cosa que ponerse una máscara achinada y actuar como afeminado para crear su gran sátira (y hacernos patalear de risas). Tiene su escuela de modelaje junto al famoso Paolín lín. Kenyo fue tan exitoso que hasta popularizó sus propias frases (“Api” y “tampoco, tampoco”) y el propio Kenji, ahora candidato al Congreso, tuvo que enfrentar a su delicado mellizo, imitando sus populares dichos. Lo que hacen los políticos por ganar votos… tampoco, tampoco.
5. Robert (C. Álvarez): Nadie sabe quién mandó a Roberto Martínez a “El gran show” pero lo que consiguió rapidísimo fue un imitador. Robert fue, pues, una parodia divertidísima que no necesitó exagerar nada en cuanto al baile, que de por sí daba risa y hasta algo de vergüenza ajena. Lo único que Álvarez imitó fue la sonrisa de oreja a oreja (real o no) que tenía Roberto al salir a debutar a la pista del ‘reality’ con su “Waka Waka” para el olvido. Zapatero a sus zapatos.
6. Mascaly (J. Benavides): Si creían que Magaly era la indestructible, la invencible, la mujer más mala y venenosa (así se promociona últimamente) que podía existir, el tremendo JB se encargó de demostrarle lo que de verdad era terrorífico. El personaje es bravísimo y se conserva por años (vea una de sus primeras apariciones aquí ): ha mantenido su apariencia de espanto desde que salió. ‘La Urraca’, aterrorizada, tuvo que acudir al bisturí para no parecerse más a ‘Mascaly’. Y dijo alguna vez que “no le molestaba”. Sí, claro.
7. Natalia Mala Mala (C. Álvarez): Esta entrenadora sí que nos hace campeonar en el vóley a punta de ajos y cebollas. Natalia Mala Mala nació en honor a la espectacular Natalia Málaga, conocida por su particular manera de levantar la moral a las muchachas. A partir de ahí, una descontrolada Mala Mala surgió para hacernos doler el estómago de risa con sus locuras. “¡Póngale huevo!”, era una de sus frases recurrentes. Hasta que un día la ex voleibolista se asó y le pidió a Álvarez que “amarre al perro”. Tuvo que hacerle caso, porque si no…
8. Jeta Jeta Uribe (J. Benavides): Otra genialidad de JB, encarnando nada menos que al ‘Diamante negro’, Julio César Uribe, aunque convirtiéndolo en todo un personaje. ‘Jeta Jeta no solo tenía un verbo florido, sino que además tenía un olfato envidiable para buscar chamba como “asistente” de Chamo del Solar (caso aparte) y un ritmo espectacular para bailar “Pa’ bravo yo”. Súmele a esto unos brillantes collares de oro, gigantes aros (que lucía), y una manera de acomodarse la corbata muy peculiar. Es tan divertido Jeta Jeta, que el propio Uribe y sus hijos lo adoran.
9. Paolín, lín, lín (C. Álvarez): Debe ser el personaje que le trajo más problemas a Álvarez, debido a que el mismo delantero del Hamburgo llegó a retarle a un encuentro “cara a cara”. Al final, fumaron la pipa de la paz y Paolín, lín, lín terminó haciéndonos carcajear como siempre con sus contorneos y meneítos de chico amanerado, afeminado y engreído, vestido de pies a cabeza a la moda de D&G. Si no creen, pregúntenle a Kenyo.
10. Nicolás Pelúcar (J. Benavides): La imitación de Nicolás Lúcar y de su programa “Punto Seguido” (no final) han sido todo un éxito. JB no solo copió el estilo algo exagerado de presentar cada uno de sus reportajes del periodista, sino también las muecas, las miradas, las muletillas como “más adelante” o “un revelador informe”, tanto como el bigote y el peinado de pelos parados. Es buenísimo escuchar a Pelúcar presentar sus reportajes policiales con hipótesis extraídas de pruebas ínfimas. Para no parar de reírse.
Fuente: El Comercio
Judith Bustos, la popularTigresa del Oriente, acaba de volver de una exitosa gira en México, donde visitó importantes programas de TV Azteca, pero ahora el éxito le pasa la factura, pues teme por su vida y la de sus músicos.
